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sábado, 16 de septiembre de 2023

Jugar con la IA para hacer que los niños coman frutas y verduras.

 

Las verduras son alimentos saludables que ayudan al desarrollo de los niños, además su contenido calórico es tan bajo, que se convierten, junto a la fruta, en la comida perfecta para los niños que tengan tendencia a la obesidad. Pero no solo son muy útiles para controlar el sobrepeso, también ayudan a la prevención de diversas enfermedades infantiles como pueden ser la diabetes, el colesterol, trastornos digestivos o cáncer. Y, no nos olvidamos que son alimentos ricos en fibra que nos sacian y, por puesto, nos ayudan frente a posibles problemas de estreñimiento. 

¿Cuándo ofrecer este alimento? Aunque nos pueda resultar difícil de imaginar, lo podemos hacer desde la primera hasta al última comida del día. En el desayuno, por ejemplo, en un smoothie de verduras con frutas; a media mañana, en tiras de zanahoria; en la comida, con un puré de brócoli y calabacín; en la merienda, con una rebanada de pan integral con tomate y, en la cena, con unos champiñones a la plancha. ¡No hay excusa para que nuestros pequeños y nosotros, comamos verduras!.

Por este motivo se me ocurrió una manera entretenida de hacer que tus hijos se interesen por ellas.

Jugar con la tecnología artificial IA. Sí!....sí!... nada más ni nada menos que con la inteligencia artificial  a la que ahora tenemos que acostumbrarnos.


Si bien ya la presenté en mi otro blog, pensé que vos podrías aplicarla creando una historia a través de la cual los peques tuvieran curiosidad por conocer a qué saben.

Te dejo una aplicación gratuita www.cuenti.to

 Allí podés escribir 5 palabras en este caso verduras preferidas o no por  tu hijo o nieto y ohhhh! por magia de la AI (inteligencia artificial) aparecerá una historia que les va a gustar recordándola, seguramente, cada vez que se la presentes en el plato.

 Te paso la historia que inventó con las 5 palabras que le escribí: berenjena, coliflor, perejil, naranja y aceite. Cuentito va a estar escrito e ilustrado en minutos. Luego podrás editarlo y guardarlo.

Esperé un minuto y salió lo siguiente:

El poder de los alimentos mágicos

Había una vez en un hermoso huerto, tres vegetales muy diferentes: Berenjena, Coliflor y Perejil. Vivían felices junto a sus amigos en medio de plantas de todo tipo. Un día, llegó al huerto una Naranja muy especial. Era brillante y radiante, con un aroma dulce que llenaba el aire. Los vegetales se acercaron curiosos a conocerla. "Hola, soy Naranja. ¿Y ustedes quiénes son?"- preguntó la fruta sonriente.

Berenjena fue la primera en responder: "¡Hola! Soy Berenjena, un vegetal púrpura y delicioso". Coliflor le siguió: "Mucho gusto, yo soy Coliflor, un vegetal blanco y crujiente". Perejil se presentó después: "Soy Perejil, una hierba aromática muy sabrosa".

Naranja les sonrió amablemente y dijo: "Es un placer conocerlos a todos. Me encantaría ser amiga de ustedes". Desde ese momento, los cuatro se volvieron inseparables. Pasaban días enteros jugando en el huerto y descubriendo cosas nuevas juntos.

Un día soleado, mientras exploraban por el huerto encontraron una botella abandonada llena de aceite. Tenía una etiqueta que decía "Aceite mágico". Sin pensarlo dos veces decidieron probarlo. Al abrir la botella, salió un humo brillante que envolvió a los cuatro amigos.

Cuando este desapareció lentamente comenzaron a notar algo extraño; habían cambiado de forma. Berenjena ahora era una hermosa planta con flores moradas y frutas pequeñas. Coliflor se transformó en un árbol alto con ramas blancas y hojas esponjosas.

Perejil se convirtió en un arbusto verde lleno de hojas delicadas. Naranja, por su parte, se había convertido en una mágica fuente de jugo de naranja que los alimentaba a todos. "¡Wow! ¡Nos hemos convertido en algo completamente diferente!"- exclamó Berenjena emocionada.

Los cuatro amigos comenzaron a explorar sus nuevas formas y descubrieron que tenían habilidades especiales gracias al aceite mágico.

Berenjena podía curar enfermedades, Coliflor brindaba sombra y refugio, Perejil daba sabor a las comidas y Naranja les proporcionaba energía con su delicioso jugo. Juntos decidieron usar sus poderes para ayudar a otros. Recorrieron el mundo llevando salud, sabor y alegría a todas las personas que encontraban en su camino.

Un día, mientras estaban en un viaje mágico, se encontraron con una niña llamada Sofía. Ella estaba triste porque no le gustaban las verduras y prefería comer comida chatarra todo el tiempo. Los cuatro amigos trabajaron juntos para mostrarle lo deliciosos que podían ser los vegetales cuando se preparan adecuadamente.

Le enseñaron diferentes recetas usando berenjenas asadas, coliflor al horno con especias, perejil fresco picado y jugo de naranja recién exprimido.

Sofía quedó sorprendida por lo ricas que eran las comidas y cómo se sentía más fuerte y saludable al comer vegetales. Desde ese día, Sofía decidió cambiar su alimentación y comenzó a disfrutar de una dieta equilibrada. Los cuatro amigos estaban felices de haber ayudado a Sofía a entender la importancia de una buena alimentación.

Continuaron su misión viajando por el mundo, inspirando a niños y adultos para que comieran más verduras y llevaran una vida saludable.

Así, Berenjena, Coliflor, Perejil y Naranja descubrieron que juntos podían hacer grandes cosas y marcar la diferencia en la vida de las personas. Y aunque cada uno era diferente, aprendieron que sus diferencias los hacían únicos y especiales. Y así fue como estos cuatro amigos vivieron muchas aventuras transformando vidas con su amor por los vegetales. Fin

Qué te pareció? ¿Servirá para insentivar a tu peque a comer más frutas y verduras? Por supuesto tendrás que elegir aquellas que coman menos, que no le gusten o que nunca las hayan probado. De este modo quizás con la ayuda de la IA aumentarán su consumo.

Te invito a conocer la aplicación que es gratuita, creada por 2 argentinos: Ana Kogan y Javier Severino.


Ahhh! yo tomé como ejemplo frutas y verduras, vos podés enfocarte en otros temas que ayuden a mejorar conductas, por ejemplo el desafío de ir al médico.


jueves, 7 de septiembre de 2023

Una salsa argentina con historia

 


Mar del Plata, Provincia de Buenos Aíres. Mi ciudad. Década del 40 al 50.
Don Floro Biondelli, con su habitual corbata de lazo, (aquí le decimos moñito), se pasea entre las mesas de su restaurante, Chichilo, uno de los más tradicionales de la ciudad.


Con su natural bonhomía, comparte unos momentos con los clientes habituales y con aquellos que prefieren la tranquilidad de los reservados, lejos del bullicio del amplio comedor. Entre ellos se encuentran los Martinez de Hoz, Videla Dorna, de Ridder, Sola, Leloir.
Para acompañar sus afamados platos de mariscos y pescado recomienda: “Prueben esta salsa sin miedo, que está hecha por científicos”.
La “Biarritz argentina” como se dio en llamar a Mar del Plata, crece con prisa y sin pausa. Casi diría que con cierto desorden.


Desde 1914, las guerras han impedido a las familias tradicionales pasar sus vacaciones en Europa, por lo que eligen esta costa, a la que Juan de Garay denominó “galana”, para construir sus casas de veraneo.
Por ello la ciudad fue inicialmente considerada un balneario de élite y de hecho lo era.
De cara al Atlántico, se fueron alzando bellísimas mansiones de aire europeo que poblaron la loma recostada sobre el mar, como sustituto de aquella Biarritz a la que ya no se podía llegar.
Y aire europeo tenían también sus fiestas y paseos. Un ritmo que no conocía descanso hilvanaba las actividades sociales evocando un mundo que no era y que tendía a desaparecer.
Tampoco la ciudad es hoy lo que fue, a pesar de que todavía pueden apreciarse muchas de las construcciones que testimonian el esplendor de la aristocrática villa veraniega.
Respondiendo a nuevas tendencias y necesidades, con sus modernas torres de hormigón, vidrio y metal, ha preferido darle la espalda al mar. Pero esa es otra historia.
Volvamos a la salsas.
Un joven científico, Luis Federico Leloir Aguirre, pasaba desde niño sus vacaciones en Mar del Plata. Aunque nacido en París en 1906, vivía desde 1908 en Argentina.


Con amigos se reunía en el Golf Club Mar del Plata, cercano a la casa de su familia, y en el restaurante Chichilo. Su plato preferido: langostinos y camarones con mayonesa.


Un poco cansado de utilizar siempre el mismo aliño, comenzó a experimentar con diversos productos, vinagre, limón, mostaza, ketchup. Así, fue probando las distintas mezclas y se decidió por la compuesta por ketchup y mayonesa a la que agregó unas gotas de tabasco y de buen coñac.
La llamaron “golf” porque la tradición ubica su “invención” en el restaurante de ese club.
El joven Leloir, encantado con los resultados obtenidos, llevó su descubrimiento al restaurante Chichilo, que lo adoptó de inmediato.




Y es así que don Floro Biondelli ofrecía el nuevo aderezo a sus comensales con el consabido “prueben esta salsa sin miedo, que está hecha por científicos”.
Tal vez intuía que éste era uno de los primeros hallazgos de alguien que alcanzaría el Premio Nobel de Química en 1970 ( por sus investigaciones en torno a los nucleótidos de azúcar, y el rol que cumplen en la fabricación de los hidratos de carbono. Tras su hallazgo se lograron entender de forma acabada los pormenores de la enfermedad congénita galactosemia) .
Porque se necesitó un futuro Premio Nobel para mezclar la proporción exacta de ketchup y mayonesa y obtener esa crema anaranjada, fría, semilíquida que es típica de mi país.



Cuando le hablaban de la salsa, ya difundida en todas partes, el Dr. Leloir solía decir “lástima que no la patentamos. Hoy tendríamos más medios para investigar”.
Este tema, el de los aportes para la investigación, fue una de sus mayores preocupaciones. De hecho, los ochenta mil dólares del premio fueron donados íntegramente al Instituto Campomar donde trabajaba, para poder así continuar con sus investigaciones.
El 10 de diciembre de 1970, día en que fue anunciada su premiación dijo:
“Es sólo un paso de una larga investigación. Descubrí (no yo: mi equipo) la función de los nucleótidos azúcares en el metabolismo celular. Yo quisiera que lo entendieran, pero no es fácil explicarlo. Tampoco es una hazaña, es apenas saber un poco más”.
Desde la informalidad de su salsa, hasta la complejidad de su descubrimiento, pasaron muchos años, pero el Dr. Leloir en una y otra ocasión mostró la sencillez de una mente brillante.
George Steiner(*) decía que “los grandes científicos se expresan siempre con cierta modestia porque no pueden fabricar un engaño”.

Argentina tiene el privilegio de contar con cinco premios Nobel:

Carlos Saavedra Lamas (Premio Nobel de la Paz 1936) 
Bernardo Houssay (Premio Nobel de Medicina 1947) 
Luis Federico Leloir (Premio Nobel de Química 1970) 
Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz 1980) 
César Milstein  (Premio Nobel de Medicina 1984)


Y con la salsa golf!... que no es un Premio Nobel pero es muy rica y apreciada por muchos!


Post re editado

Gracias por pasar por mi espacio el cual está hecho pensando en vos

Gracias por pasar por mi espacio el cual está hecho pensando en vos
Ahhhh! y no olvides saludarme!
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