Una de las teorías dice que a los humanos les gustan los alimentos picantes debido a sus propiedades antifúngicas y antibacterianas.
Al parecer, la gente comenzó a darse cuenta de que los alimentos con sabor picante tenían menos probabilidades de estar podridos: el picante como señal de que están en buen estado
Analizaron miles de recetas tradicionales de las dietas a base de carne de 36 países y descubrieron que las especias se usaban con mayor frecuencia en lugares con climas más cálidos, donde la comida se pondría mal más pronto.
En los países cálidos, casi todas las recetas a base de carne requieren al menos una especia, y la mayoría incluye muchas especias, especialmente especias potentes, mientras que en los países más fríos se preparan platos menos condimentados, o con solo unas pocas especias.
Países como Tailandia, Filipinas, India y Malasia están en la parte superior de la clasificación de alimentos con más especias, mientras que Suecia, Finlandia y Noruega están en la parte inferior.
Todo lo que hacemos con los alimentos (secar, cocinar, ahumar, salar o agregar especias) es un intento de evitar que nuestros competidores microscópicos nos envenenen.
Sabor y riesgo
La antropóloga de alimentos Kaori O'Connor agrega otra pista. Explica que, al igual que la caña de azúcar y las papas, los chiles son alimentos que durante siglos eran desconocidos en Europa.
Su sorprendente sabor se adoptó rápidamente en las cocinas de todo el mundo, incluidas las de India, China y Tailandia
"Tenemos que imaginar que la comida en Europa era realmente insípida entonces. Pero los chiles pronto mejorarían el sabor, en un proceso similar a la llegada del azúcar", señala .
Sin embargo, existe una teoría opuesta para explicar nuestro amor por los chiles: nuestra relación con la comida picante es el resultado de lo que se conoce como "riesgo restringido".
Sugiere que comenzamos a comer chiles debido al mismo impulso de búsqueda de emociones que hoy en día nos hace montar en una montaña rusa o hacer paracaidismo.
Pruebas dolorosas
Esta última idea fue desarrollada por Paul Rozin, profesor de psicología en la Universidad de Pensilvania, cuya curiosidad proviene del hecho de que la abrumadora mayoría de los mamíferos no comen chiles.
Les dio chiles cada vez más fuertes a varias personas hasta que ya no pudieron soportar el picante.
En las entrevistas, se preguntó a los sujetos cuál les gustaba más. Eligieron el nivel más alto que podían soportar
"Los humanos son los únicos animales que disfrutan los eventos que son naturalmente negativos", explica Rozin.
"Nuestras mentes aprendieron a ser conscientes de que no estamos en problemas, incluso si nuestros cuerpos reaccionan de la manera opuesta", añade.
Parece que nos gusta comer pimientos picantes por la misma razón que disfrutamos viendo películas de terror.
Rasgos y género
La ciencia también está interesada en comprender por qué a algunas personas les gustan más los picantes que a otras.
La científica de alimentos Nadia Byrnes se propuso explorar la posibilidad de que el género también desempeñe un papel en su consumo.
Averiguó que los hombres tienden a estar más motivados por factores externos, como impresionar a los demás; mientras que las mujeres estaban más interesadas en la sensación de dolor.
Para recordar: Las comidas picantes son muy saludables por su poder antioxidante y antiinflamatorio. Sin embargo, el picante debe consumirse con moderación, y las personas con problemas digestivos deben evitarlo.
El picante no es un sabor, pues se trata de una sensación motivada por un estímulo de los receptores térmicos y del dolor en las membranas de las mucosas al contacto con el picante. De este modo, según los receptores se van acostumbrando a estos estímulos, nos hacemos menos sensibles a ellos y, por tanto, la tolerancia al picante va aumentando”. Así pues, los apasionados del picante pueden llegar a enseñar a su cuerpo a tolerar esa reacción y disfrutar de la cocina más ardiente.
Cómo rebajar el picante de una comida
Servir la comida con una salsa, aderezo o bebida que tenga como base un producto lácteo. La crema agria, el yogur natural u la mayonesa ayudan a neutralizar el nivel de picante.
Miel o Azúcar para las comidas que lo permitan. Papa o zanahoria
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