Seguidores

jueves, 22 de octubre de 2020

Octubre. Tiempo de calabazas


Se estima que más de 450.000 calabazas de múltiples variedades, tamaños y colores, son usadas cada año en la exposición de calabazas de la ciudad de Ludwigsburg. Un espectáculo de color y forma que contrasta con los tonos amarillos de su palacio residencial


Las calabazas de la exposición son cultivadas en su totalidad en los alrededores de la región de Stuttgart, aunque las más de 600 variedades que se exponen y pueden degustarse tienen orígenes muy diversos. Cada año se buscan nuevas variedades procedentes de todas partes del mundo y se testean sus cultivos en la región


Cada año durante el mes de Octubre y con motivo de la exposición de calabazas tiene lugar el campeonato de las calabazas más grandes de Alemania.
Durante todo el año, candidatos del concurso se disputan las mejores semillas de calabazas gigantes y les dedican cuidados intensivos a sus cultivos


La ganadora de 2016,  pesó algo más de 900kg


Sopa de calabazas según un cocinero alemán

 2 patatas
1 zanahoria
1 cebolla
500 gramos de pulpa de calabaza
Caldo de verduras
Sal y pimienta molida
100 mililitros de nata
2 hojas de laurel

Primero limpiamos bien las cebollas, las patatas y la zanahoria. Lo cortamos muy fino y lo doramos con un poco de aceite en una olla. Cuando las cebollas tienen un aspecto vidrioso se añade la pulpa de la calabaza.

Después se rebaja añadiendo el caldo de verduras. Así todos los ingredientes están cubiertos. Al final se añaden las hojas frescas de laurel. Luego, hervir a fuego lento entre 25 y 30 minutos.

Más tarde hacerlo puré y sazonar con sal, pimienta y nata. Si se desea se puede añadir también un poco de aceite de semilla de calabaza y hierbas frescas. Todo ello según la receta de Gaby Lindinger. ¡Buen provecho!


Aunque las calabazas ya tienen una larga historia de más de 8.000 años, es a partir de los años 90 cuando irrumpen con más fuerza en Alemania gracias al fenómeno cultural de Halloween. Desde entonces ha aumentado aún más si cabe el interés por la calabaza, no sólo entre los amantes de los alimentos naturales, sino también entre los gourmets como un manjar exquisito



Las calabazas se han convertido en tendencia y son uno de los ingredientes de las cocinas alemanas. Pero no las calabazas grandes o gigantes que podemos ver en la popular exposición en Ludwigsburg (cerca de Stuttgart, en el estado de Baden-Württemberg), sino más bien los pequeños y tiernos ejemplares




https://actualidaddealemania.wordpress.com/2015/11/20/ya-es-tiempo-de-calabaza/

sábado, 17 de octubre de 2020

Te invito a pasear por las heladerías de Tailandia

Uffff! qué calor hace hoy!... Qué humedad!
Nos vendría bien tomar un helado pero...sabemos que los reyes del helado son los italianos, entonces, ¿Cómo serán los tailandeses? 
 Sé que el país es un mundo en sí mismo de colores, especias, sabores y olores. Y el mundo heladero seguro que no podrá ser menos. 
Entramos a una heladería y vemos que nos ofrecen:

                                      

  Observamos que el más solicitado es el helado de coco


 También hay helado de durian, una de las frutas más típicas y sabrosas del sudeste asiático pero tengo entendido que es la fruta más apestosa del mundo. Tiene un gusto afrutado, una textura con cierta cremosidad y un final entre amargo y fermentado. Está cubierto de espinas y porta un tamaño similar al de una sandía, también famosa por el olor que desprende a pesar de estar increíblemente buena. A tal punto que en algunos hoteles no se permite entrar con ella. Se suele tomar en formato palito (“polo”).


  Seguimos eligiendo
 Helado de lichí al jengibre, este árbol frutal típico de Asia, da un fruto rojizo similar a la uva y posee un alto contenido en azúcar. Su almíbar es exquisito y cuando se mezcla con la leche condensada y el jengibre rallado, la mezcla es pura explosión de dulzor


 Se pueden encontrar un sinfín de sabores pero los más “naturales” y que contienen en sus recetas menos azúcar como son el de té verde, menta y pistacho, jengibre, ciruela china o el de mango y piña a la lima


 El de piña a la lima se puede pedir de una forma muy original como es en un bollito similar a un brioche


Kanom Pan para los más pequeños…¡Original envase! lo peculiar sin duda alguna de este helado es su presentación, en un pan de perrito caliente.

También hay los famosos Ice Cream Rolls también conocidos como I-tim Pad en tailandés.



Donde la crema de helado se ‘masajea’ sobre una plancha de piedra muy muy fría; ahí es cuando le agregan lo que cada cliente quiera, desde frutos secos a pepitas de chocolate, cookies, brownie o incluso fruta fresca, y después, se continúa con el masaje hasta envolverlo todo. Su principal novedad es la frescura de los ingredientes utilizados ya que se mezclan apenas unos segundos antes de comerlos, consiguiendo un sabor inigualable ya que la fruta aún no ha perdido sus propiedades en el momento de degustar el helado.  Si querés ver este particular proceso te recomiendo el siguiente vídeo:


Veamos, el sabor más solicitado es el de coco pero se puede elegir entre sabores más comunes como son la vainilla o el chocolate.
A esta altura no sé cuál elegir! Después de unos segundos me decido por el de lichi al jengibre ya que me gusta probar sabores que desconozco, creo que no me voy a arrepentir
 Y vos ¿Cuál elegís?




https://www.turismotailandes.com/el-desconocido-mundo-heladero-en-tailandia/

lunes, 5 de octubre de 2020

¿La Guerra en Asia la ganó un chocolate horrible?



 Hemos estudiado o visto en películas que el 6 de junio de 1944 se produjo el desembarco de Normandía. Ese día 160.00 tropas aliadas irrumpieron en las costas de Francia.

Un prodigio de la táctica, de la estrategia y de la historia bélica internacional. Pero, ¿qué comieron esas 160.000 bocas? ¿Cómo alimentar en medio de una de las batallas más inmensas de la Historia? La historia de la comida en la Segunda Guerra Mundial es pura ciencia y tecnología, pero hoy nos vamos a fijar en un pequeño detalle y una herramienta fundamental: en una barra de chocolate.

La Segunda Guerra Mundial seguramente empezó a ganarse muchos años antes de que Hitler apretara aquel gatillo en un búnker de Berlín. Y uno de esos sitios fue una reunión en 1937 entre el coronel Paul Logan del ejército norteamericano, William Murrie, el presidente de la fábrica de chocolate Hershey's y Sam Hinkle, el jefe químico de la empresa.

Logan estaba diseñando las raciones de comida que el ejército usaría como base de la alimentación de los soldados cuando estuvieran lejos de las líneas logísticas. La tarea parecía sencilla, pero no lo era. Reflexionando sobre el asunto, se dio cuenta de que necesitaba algo capaz de aportar una gran cantidad de energía y que fuera sencillo de consumir. Necesitaba una chocolatina.
Pero no cualquier chocolatina. La barra tenía que tener cuatro requisitos: debía pesar 112 gramos (4 onzas) y caber en el bolsillo; debía tener un contenido energético muy alto; debía resistir altas temperaturas; y, por último, aunque fundamental, debía saber "solo un poco mejor que una patata cocida".

Logan temía que, si la barra de chocolate estaba demasiado buena, los soldados acabaran comiéndosela antes de tiempo. Error. Pero ante la expectativa de un contrato millonario, los técnicos de Hershey's se pusieron manos a la obra para producir esa barra.



Los ingredientes que usaron (azúcar, harina de avena, grasa de cacao, leche en polvo y sabores artificiales) no eran los tradicionales, pero lo más llamativo es que, para producir barras que resistieran bien la temperatura, necesitaron reinventar todo lo que sabían sobre producir chocolate.

El resultado fue una densa tableta de chocolate marrón difícil de deshacer, aguantaba sin problema hasta los 50 grados sin derretirse.
En junio del 37 el ejército norteamericano encargó 90.000 barras de chocolate para probarlas en las bases de Filipinas, Panamá y Texas. 

La barra de chocolate de Logan estaba mala. Pero mala, mala: horrorosa. Tan mala que, en muchas ocasiones, los soldados ni siquiera se la comían. Preferían pasar hambre que llevarse eso a la boca. Tanto es así que durante la Segunda Guerra Mundial se la conocía como "el arma secreta de Hitler".


En 1943, el ejército pidió a Hershey's que hicieran algo comestible. Eso sí, sin perder resistencia al calor.

Las tropas norteamericanas estaban luchando en el sudeste asiático y el chocolate tradicional no servía para esas temperaturas. En la chocolatera se pusieron manos a la obra y diseñaron la "barra tropical". Tampoco surtió efecto.

Hay numerosos testimonios de guerra que constatan que la gente huía del chocolate norteamericano como de la peste. Hasta que llegó la disentería. Sobre todo en la India y en Indochina, los soldados norteamericanos empezaron a sufrir unos brotes gigantescos de disentería.
Esta es una enfermedad inflamatoria del intestino que provoca abundantes diarreas con mocos y sangre en las heces. En aquella época aún no había vacuna (fue descubierta por un español, Juan Planelles Ripoll, un poco después en la URSS) así que la enfermedad hacía estragos.

Los enfermos no admitían comer nada y en muchos casos eso les acababa provocando la muerte. Es entonces que los médicos estadounidenses descubrieron que había un producto alimenticio que sí podían comer sin problemas: esas tabletas de chocolate horribles.

En esos casos, el chocolate marcó la diferencia y contribuyó, en la medida de sus posibilidades, a ganar la Guerra en Asia. Tras de eso tuvo que pasar otra década hasta que el ejército se decidiera a encargar un chocolate apetecible. Pero eso, claro, es otra (dulce) historia

Gracias por pasar por mi espacio el cual está hecho pensando en vos

Gracias por pasar por mi espacio el cual está hecho pensando en vos
Ahhhh! y no olvides saludarme!
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...